Negrita come coco
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Ten fe, Margó

2/2/2021

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Margarita Torres Santana, conocida en su campo como Margó, se fue a vivir a Alemania con la maleta llena de sueños y el bolsillo vacío. Una gran oportunidad. Un mundo nuevo para ella y su familia. Medicinas para curar el cáncer de su madre. Esperanza.


Nuestra querida protagonista dejó tras de sí, el verdor y el sol de su tierra. Su gente. Su historia. Su raíz. 


Cambió todo por un mejor futuro. ¡Quién sabe si en dos años puedes llevar a tus hijos!, le decían sus vecinas. ¡Quién sabe si en un año te puedes llevar a tu mamá para que la curen allá!, le insistían.


Y Margó creyó. Confiaba en la Virgen de la Altagracia en que ese viaje tan largo sería para mejor. En que vería crecer a sus hijos. En que su madre se salvaría.


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Te sigo esperando, Chichí

1/21/2021

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José Antonio Segura, conocido como Joselo por amigos y familiares, ya había hecho dos viajes a la Capital detrás de su amigo Chichí. Ahora, en su tercer viaje, mientras espera en la puerta de un lujoso edificio de oficinas del Estado, Joselo recuerda.

Mucho tiempo ha pasado, queridos negritos, desde que nuestro protagonista y su amigo jugaban vitillas en las calles del barrio, tumbaban nidos de pajaros de las matas de mango y robaban cerezas del patio de doña Sula.
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Ahora Chichí ya no es aquel niño de rodillas raspadas y cabello tostado por el sol que iba casi todos los días a comer arroz con habichuelas (no había para carne) a casa de Joselo. Ahora es alguien importante. Un funcionario destacado, con chofer, seguridad y mucho, pero mucho dinero.

En cambio, la vida de Joselo no ha sido tan buena. 

A los 11 años, una enfermedad degenerativa le arrancó la visión, y con ella las oportunidades. Los padres de Joselo eran muy pobres como para pagar cada semana el pasaje para que él fuera a clases. Tampoco tenían tiempo de acompañarle, ya que su mamá tenía 5 hijos más y su papá era jornalero en una finca. 
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Lo que más preocupaba a Joselo era que, en un futuro, le sería muy difícil conseguir un trabajo. Un muchacho de campo, que no puede estudiar y para colmo es ciego, ¿qué pasaría con él? La angustia inundaba su corazón y le hacía sentir que no había salida.

En esos momentos, su amigo Chichí lo consolaba y le prometía que cuando fueran grandes lo ayudaría. 

Por eso, años más tarde, desde que Joselo escuchó en la televisión que a Chichí lo nombraron como ministro en el nuevo Gobierno se hincó y lloró. ¡Al fin su vida cambiaría! Esperaba que su amigo lo ayudara con un trabajo, cualquiera que fuese, algo pequeño que pudiera hacer.

En uno de los viajes de Chichí al campo hablaron y quedaron en que Joselo iría a la oficina en la Capital para empezar con el papeleo. “No te preocupes, Joselo, yo te voy a ayudar”, le prometió una vez más el ahora funcionario.

Por eso, aunque la primera vez que fue a la oficina, una secretaria con voz aguda le dijo que el señor ministro no podría atenderlo, porque estaba en una reunión, Joselo no se preocupó. “Así pasa con la gente importante”, pensó.

La segunda vez, Chichí tampoco pudo recibirle. La secretaria le dijo a nuestro protagonista que el señor ministro se encontraba en un recorrido de tres días. Algo que surgió de repente. 

Entonces, semanas después, Joselo visitaba el mismo edificio y escuchaba a la misma secretaria de voz aguda decirle que el señor ministro tuvo que salir a encontrarse con el presidente de la República y no podría atenderlo esta vez.

“Dígale entonces que regreso en tres semanas”, dijo Joselo a la joven, mientras pensaba que su amigo se había convertido en un hombre bastante ocupado.

Y así, nuestro Joselo salió del edificio sin darse cuenta que Chichí lo miraba con desprecio desde la ventana de su oficina. Tal y como había hecho las otras veces.
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El dulce

12/14/2020

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La canquiña brillaba en el mostrador del colmado. El dulce estaba ahí cada vez que el niño pasaba. Siempre en el mismo lugar, entre la bandeja de jalao y los dulces de leche.

Deliciosa. Esa era la palabra para definirla. Pero el niño solo se podía contentar con mirarla, porque él no tenía para comprarla. 

Si, como limpiavidrios, lo poco que reunía en el día era para llevarle a la madre enferma.

Pero por más que trataba de moverse una fuerza sobrenatural lo ataba a quedarse allí. Contemplando desde la acera ese tesoro tan preciado. Sentía como, poco a poco, se le hacía la boca agua.
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Por eso un día decidió comprarse la canquiña más pequeña. Igual de deliciosa debía de ser. 


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La Marimanta

12/5/2020

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Pedrito no pudo dormir toda la noche. Llevaba tres días seguidos sin conciliar el sueño. Daba vueltas y vueltas en su hamaca, con miedo de que llegara la marimanta.

Su abuela le había dicho que las marimantas llegan de noche envueltas en una sábana y salen a recoger a los niños malcriados para llevárselos. Pedrito no quería que se lo llevaran. Pero no se había disculpado con el abuelo por faltarle al respeto.

Todavía recordaba cuando Don José le pidió recoger el cubo de leche que recién había ordeñado. De muy mala manera, Pedrito le dijo que no. Estaba cansado de ayudar al abuelo. 
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Foto: Diario Libre
La misma rutina todos los días. 

Tener que levantarse cada madrugada para acompañarle a trabajar. Lo que quería Pedrito era quedarse en su hamaca y esperar a que su abuela le llevara un chocolate caliente. Hecho a base del cacao que Don José cultivaba en la finca del patrón. 

Pero no.

Su abuelo quería que se levantara y fuera a trabajar. Y por eso le respondió de mala manera. 

Después de todo, Pedrito se sintió muy mal. Quería mucho a su abuelo. Él siempre le acompañaba a volar chichiguas, lo ayudaba a atrapar peces en el río y le contaba historias de sus tiempos de juventud.

Justo cuando iba a tratar de dormir, la marimanta llegó. Entre gritos de terror sintió que nunca volvería a ver a los suyos. Suerte que su abuelo llegó y le pidió a la marimanta que se lo entregara.

Porque de ahora en adelante, Juancito se portaría bien.
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El Cachúa

11/9/2020

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Desde la acera, el niño observa con atención el enfrentamiento entre el cachúa y el civil. La lucha que forma parte del Carnaval Cimarrón acontece al final de Semana Santa, en el municipio de Cabral, mientras sus compañeritos vocean a todo pulmón:

—¡Júa, júa, júa e'! — 

—¡Lo mataron por calié! --

El niño no se une al alegre coro. Los brillantes colores del traje del cachúa deslumbran su mirada. Un mameluco con alas que, al desplegarse, asemejan un murciélago.

Sus enormes cachos y la colorida e impresionante cabellera de papel crepé que ondea con gracia en el viento. El fuete de cabuya trenzada se ve imponente en la mano del cachúa. Le da autoridad. 

Lo hace ver más fuerte. 
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De repente todos se mueven. Llega la hora de salir hacia el cementerio de Cabral para honrar a los cachúas fallecidos y quemar al Judas. Larga tradición que recuerda a los antepasados, como ritual entre la vida y la muerte.
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—¡Júa, júa, júa e'! — 

—¡Lo mataron por calié! --

Desde el cementerio, el niño cierra los ojos y en un momento mágico escucha los repiques de los fuetes de cientos de cachúas encima de las tumbas produciendo un sonido semejante a un disparo. ¡Bang!

Un extraordinario espectáculo en homenaje a las cachúas fallecidas, justo como lo hicieron su abuelo y luego su padre antes de partir al cielo.

Con los ojos inundados por las lágrimas, el niño observa como el humo de un ardiente Judas de paja sube hasta el cielo preñado de naranja.


​Texto publicado en Ventana, Listín Diario: ​
El Cachúa
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Don Tomás

11/4/2020

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Mientras observa a su nieto jugando, el abuelo Don Tomás todavía recuerda con alegría los juegos de su niñez.

Gracias a esas memorias, como por arte de magia, vuelve a tener 13 años y los dolores de la vejez se alejan.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás vuelve a ser niño. Regresan los tiempos en los que el país vivía bajo una terrible dictadura. En los que no se podía pronunciar la palabra libertad.

Pero aunque esa palabra no se pronunciaba los niños sí podían ser libres. Lo eran cuando jugaban Al Son Molinero, cuando todos se sentaban formando un círculo.

Mientras que uno de ellos, “el molinero”, empezaba a cantar:


“Al son, al son, al son molinero, cada uno atienda a su juego, y de su juego al novicio, cada uno atienda a su oficio”.

¡Qué momentos aquellos!

¡Incluso podía escuchar los chillidos de alegría de sus compañeritos!

¡Cuánta alegría! ¡Cuánta dicha!

Recuerda cuando jugaban Se Muere Perico, a Policías y Bandidos, La Candelita, La Vuelta a la Manzana y El Burro.

¡Qué agilidad tenía en ese entonces!

Sus manos no temblaban, sus rodillas eran fuertes y su visión perfecta.

Recordaba cuando corría y luego brincaba por encima de Manolito, José Luis e Hipólito y los demás niños le seguían en fila, mientras que Don Tomás, en ese entonces Tomasito, le ganaba a todos.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás recuerda buenos momentos. Tiempos de gloria y dicha. Por eso, de repente, se para de su silla, abandona el bastón y con él, la pesadez de los años.
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En lo que Juliancito juega, Don Tomás se le une. Vuelve a ser niño otra vez.

Texto publicado en Ventana, Listín Diario: ​
Don Tomás

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Fallece un ícono de la cultura patrimonial

10/28/2020

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La Fundación Cultural Cofradía y  el Teatro Popular Danzante lamentan el fallecimiento de Mauricio Mercedes, Don Vale Toño, portador original de la tradición de la comunidad de Los Morenos, en Villa Mella, Santo Domingo Norte. Su deceso se produjo el pasado martes 13 a las diez de la noche.

Tocador y bailador de Salve, Congo, Atabales y, en especial, un gran ejecutor del acordeón en el estilo Priprí. Todo el sector cultural, y de manera particular el grupo Vivencia Ancestral, llora su partida. Con su fallecimiento se pierde a un ícono de nuestra cultura popular, cabeza de la Cofradía y de la devoción y peregrinación a la Virgen de los Dolores, la Dolorita, como cariñosamente le llaman sus devotos en estas comunidades pertenecientes a la Sabana del Espíritu Santo.

La comunidad despidió a Vale Toño en medio de rezos, toques, cantos y lamentos, partiendo desde la Ermita con un toque de Palo ‘e Muerto, expresión ceremonial cargada de sentimiento y dolor cuando muere alguien importante perteneciente a la Cofradía.


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Al atardecer fue llevado a su última morada en el Cementerio Municipal de Villa Mella,  espacio marcado por el abandono absoluto, donde los presentes expresaban que solo enterraban su cuerpo, pero que su legado viviría entre todos, en especial, en todos los jóvenes que tocaban y cantaban en su honor. Los nueve días se efectuarán el sábado 24 a partir de las 10:00 am.

Roldán Mármol expresó: “Se ha marchado uno de los grandes símbolos del Patrimonio Intangible del país, un portador de tradiciones único, un ser humano extraordinario, repleto de humildad y conocimientos de nuestras raíces; allí donde reside la esencia de la dominicanidad”.

Por su parte, Senia Rodríguez dijo: “Sin lugar a dudas, es un duro golpe, perdimos un gran cañutero, un tocador de Priprí, que continuó los pasos de Don Nin, uno de los principales integrantes del grupo Vivencia Ancestral Los Morenos, heredero directo de las tradiciones de Villa Mella”.
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Los familiares y la comunidad recibieron el acompañamiento y apoyo de personas de todas las edades y moradores de los sectores cercanos con el solo propósito de cantar y exaltar la vida de Don Vale Toño. De igual manera, junto a Senia Rodríguez y Roldán Mármol, también estuvieron presentes los gestores culturales Pedro Julio Quezada, presidente de la Federación Dominicana de Arte y Cultura, José Luís Sosa y el músico Julio Brea.
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¡Escucha a la Negrita!

10/26/2020

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La abuela que no sabe de nada de su hija, que se fue hace siete años a Europa, piensa que ya no da para más. Güela Francisca, como la conocen sus nietos de 16, 14 y ocho años, espera que Martha vuelva algún día y “pueda criar a sus muchachos”.

Escucha el Podcast Negrito y sigue la historia de "Güela Francisca,” en https://anchor.fm/negrita-come-coco
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La niña esposa

10/23/2020

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Yanilsa Santos Gomez, conocida como La Yaki por sus vecinos de la calle 27, se metió en mario a los 14 años. Y si ustedes, queridos negritos, quieren escandalizarse por eso ni siquiera se molesten. Antes que ella su mamá se casó a los 13 y —antes que su madre— su abuela se casó a los 12. Una larga tradición familiar, que nuestra sociedad ve como buena.

Porque, como diría doña Yuya, es mejor casarse con la leche en la boca, que estar vieja y quedarse jamona. Siempre será mejor tener un plato de comida seguro, porque es duro ser una mujer pobre en esta vida. Lo malo es que el esposo de La Yaki, no ha salido bueno.

Le da comida, sí. La mudó en una pieza, sí. Le declaró a sus dos hijos, sí. Pero a lo que se niega rotundamente es a que La Yaki termine el bachillerato. 


“Si yo la mantengo
, ¿qué quiere buscar en la calle?”, dice el Cabo, que no es tan viejo, solo tiene 40 años.

“Que se quede cuidando sus muchachos”, dice el Cabo, que no es tan viejo, solo tiene 40 años.





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¡Escucha a la Negrita!

10/21/2020

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Cuando Fernando García Castro (conocido como Fello por su familia y amigos) fue a poner una querella por maltrato contra su esposa en la Fiscalía todo el mundo se rió de él. ¿Cómo iba a ser que un hombre de seis pies de estatura tenía la cachaza de decir que su mujer lo maltrataba?

Escucha el Podcast Negrito y sigue la historia de "Fello” en https://anchor.fm/negrita-come-coco
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