¡Ay, negro!

A Elercida Mateo Santana, conocida como La Ñoña, le duele el corazón. “Un tiguere me partió el alma”, le dice a cualquiera que la visite en el salón Elercida Style mientras escucha a su cantante favorito, Teodoro Reyes.

A ritmo de ¡Se soltó Teodoro!, y con una botella de cerveza en la mano, nuestra protagonista explica a sus clientas: “Yo lo dejé varias veces porque me daba más golpes que una tambora, pero lo que me hizo salir de él de verdad fue que me pegó los cuernos con la morena de la esquina. Una mujer puede aguantar pero eso no”.

La Ñoña no puede ocultar su pena. Y es que, mis queridos negritos, por más que intenta no olvida a su macho.  Con él llegó a la capital desde Rancho de la Guardia, Elías Piña, con ganas de poner un colmadito para ganarse la vida.  Pero su marido se descarrió y le cogió el gusto a la bebida. “Dios no bebe cerveza, pero tú siiii, cuando no haya romo, bébeme a mí... que con que tú me quieras yo soy feliz; ñoña tú, ñoño yo, somos los dos ñoñitos”, se lamenta el radio de nuestra querida protagonista.

“Vuelve no seas malita, si tu casita se está cayendo y yo no tengo quién me bese, quién me acaricie, quién me apriete…Vuelve que no resisto seguir viviendo en este infierno sin una mami que me acaricie, que me añoñe, que me mime”…

Todas las noches su Ñoño cantaba en medio de la calle: “Estoy bebiendo aquí solo por ella, y no me marcharé hasta no verla aquí, que desencanto cruel este que siento en mí, pero de verla pasar ya estoy contento… ella a mí me dice no te desesperes llévame alpasito negro que lo tuyo viene”.

La Ñoña grita mientras ve a su Ñoño pasar por la acera acompañado de tremenda morena: “Vuelve papi, vuelve”


Texto original: ¡Ay, negro!