Negrita come coco
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El dulce

12/14/2020

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La canquiña brillaba en el mostrador del colmado. El dulce estaba ahí cada vez que el niño pasaba. Siempre en el mismo lugar, entre la bandeja de jalao y los dulces de leche.

Deliciosa. Esa era la palabra para definirla. Pero el niño solo se podía contentar con mirarla, porque él no tenía para comprarla. 

Si, como limpiavidrios, lo poco que reunía en el día era para llevarle a la madre enferma.

Pero por más que trataba de moverse una fuerza sobrenatural lo ataba a quedarse allí. Contemplando desde la acera ese tesoro tan preciado. Sentía como, poco a poco, se le hacía la boca agua.
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Por eso un día decidió comprarse la canquiña más pequeña. Igual de deliciosa debía de ser. 


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La Marimanta

12/5/2020

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Pedrito no pudo dormir toda la noche. Llevaba tres días seguidos sin conciliar el sueño. Daba vueltas y vueltas en su hamaca, con miedo de que llegara la marimanta.

Su abuela le había dicho que las marimantas llegan de noche envueltas en una sábana y salen a recoger a los niños malcriados para llevárselos. Pedrito no quería que se lo llevaran. Pero no se había disculpado con el abuelo por faltarle al respeto.

Todavía recordaba cuando Don José le pidió recoger el cubo de leche que recién había ordeñado. De muy mala manera, Pedrito le dijo que no. Estaba cansado de ayudar al abuelo. 
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Foto: Diario Libre
La misma rutina todos los días. 

Tener que levantarse cada madrugada para acompañarle a trabajar. Lo que quería Pedrito era quedarse en su hamaca y esperar a que su abuela le llevara un chocolate caliente. Hecho a base del cacao que Don José cultivaba en la finca del patrón. 

Pero no.

Su abuelo quería que se levantara y fuera a trabajar. Y por eso le respondió de mala manera. 

Después de todo, Pedrito se sintió muy mal. Quería mucho a su abuelo. Él siempre le acompañaba a volar chichiguas, lo ayudaba a atrapar peces en el río y le contaba historias de sus tiempos de juventud.

Justo cuando iba a tratar de dormir, la marimanta llegó. Entre gritos de terror sintió que nunca volvería a ver a los suyos. Suerte que su abuelo llegó y le pidió a la marimanta que se lo entregara.

Porque de ahora en adelante, Juancito se portaría bien.
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Don Tomás

11/4/2020

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Mientras observa a su nieto jugando, el abuelo Don Tomás todavía recuerda con alegría los juegos de su niñez.

Gracias a esas memorias, como por arte de magia, vuelve a tener 13 años y los dolores de la vejez se alejan.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás vuelve a ser niño. Regresan los tiempos en los que el país vivía bajo una terrible dictadura. En los que no se podía pronunciar la palabra libertad.

Pero aunque esa palabra no se pronunciaba los niños sí podían ser libres. Lo eran cuando jugaban Al Son Molinero, cuando todos se sentaban formando un círculo.

Mientras que uno de ellos, “el molinero”, empezaba a cantar:


“Al son, al son, al son molinero, cada uno atienda a su juego, y de su juego al novicio, cada uno atienda a su oficio”.

¡Qué momentos aquellos!

¡Incluso podía escuchar los chillidos de alegría de sus compañeritos!

¡Cuánta alegría! ¡Cuánta dicha!

Recuerda cuando jugaban Se Muere Perico, a Policías y Bandidos, La Candelita, La Vuelta a la Manzana y El Burro.

¡Qué agilidad tenía en ese entonces!

Sus manos no temblaban, sus rodillas eran fuertes y su visión perfecta.

Recordaba cuando corría y luego brincaba por encima de Manolito, José Luis e Hipólito y los demás niños le seguían en fila, mientras que Don Tomás, en ese entonces Tomasito, le ganaba a todos.

En lo que Juliancito juega, Don Tomás recuerda buenos momentos. Tiempos de gloria y dicha. Por eso, de repente, se para de su silla, abandona el bastón y con él, la pesadez de los años.
​

En lo que Juliancito juega, Don Tomás se le une. Vuelve a ser niño otra vez.

Texto publicado en Ventana, Listín Diario: ​
Don Tomás

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¡Escucha a la Negrita!

10/26/2020

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La abuela que no sabe de nada de su hija, que se fue hace siete años a Europa, piensa que ya no da para más. Güela Francisca, como la conocen sus nietos de 16, 14 y ocho años, espera que Martha vuelva algún día y “pueda criar a sus muchachos”.

Escucha el Podcast Negrito y sigue la historia de "Güela Francisca,” en https://anchor.fm/negrita-come-coco
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La niña esposa

10/23/2020

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Yanilsa Santos Gomez, conocida como La Yaki por sus vecinos de la calle 27, se metió en mario a los 14 años. Y si ustedes, queridos negritos, quieren escandalizarse por eso ni siquiera se molesten. Antes que ella su mamá se casó a los 13 y —antes que su madre— su abuela se casó a los 12. Una larga tradición familiar, que nuestra sociedad ve como buena.

Porque, como diría doña Yuya, es mejor casarse con la leche en la boca, que estar vieja y quedarse jamona. Siempre será mejor tener un plato de comida seguro, porque es duro ser una mujer pobre en esta vida. Lo malo es que el esposo de La Yaki, no ha salido bueno.

Le da comida, sí. La mudó en una pieza, sí. Le declaró a sus dos hijos, sí. Pero a lo que se niega rotundamente es a que La Yaki termine el bachillerato. 


“Si yo la mantengo
, ¿qué quiere buscar en la calle?”, dice el Cabo, que no es tan viejo, solo tiene 40 años.

“Que se quede cuidando sus muchachos”, dice el Cabo, que no es tan viejo, solo tiene 40 años.





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¡Escucha a la Negrita!

10/21/2020

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Cuando Fernando García Castro (conocido como Fello por su familia y amigos) fue a poner una querella por maltrato contra su esposa en la Fiscalía todo el mundo se rió de él. ¿Cómo iba a ser que un hombre de seis pies de estatura tenía la cachaza de decir que su mujer lo maltrataba?

Escucha el Podcast Negrito y sigue la historia de "Fello” en https://anchor.fm/negrita-come-coco
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¡Contín, no te devuelvas!

10/19/2020

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Juan del Carmen Santos, conocido como Contín en uno de los campos más remotos del Sur, tuvo que salir huyendo pa’ la Capital porque se lo estaba llevando el Diablo. Y es que aunque nuestro Contín disfrutaba la vida de campo, se dio cuenta muy temprano de que si se quedaba ahí sus hijos se quedarían sumidos en la pobreza y su mujer se moriría más rápido.

La falta de oportunidades, mis queridos negritos, es algo bastante asarozo. Eso fue lo que hizo que nuestro protagonista decidiera vender su amado pedazo de tierra, lleno de matas de plátanos y yuca, para irse a vivir en una pieza de zinc de dos habitaciones a orillas del río Ozama.

Porque en la Capital, los niños podrían ir a la Escuela sin tener que caminar durante dos horas.

Porque en la Capital, los niños podrían ir a la universidad.

Porque en la Capital, podría conseguir un trabajo en el Mercado.
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Porque en la Capital, su mujer podría tratarse del maldito cáncer de hígado que muchas veces hacía que se quedara sin fuerzas y que tuviera que quedarse en cama toda la mañana.​
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“Nuestra vida cambiará”, le decía con mucha emoción Contín a uno de sus vecinos mientras se quedaba mirando fijamente a las gallinas que picoteaban sin resultado el suelo de cemento.

Contín repetía esa frase todos los días, en especial cuando estaba trabajando con la tierra y sentía que su corazón se encogía de melancolía. Desde pequeño, su mundo fue el campo. Los árboles, el río que ahora ya está seco, las peleas de gallo y los sancochos con más víveres que carnes formaban parte de su vida.
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En el campo nació, creció y esperaba morir en paz. Era un campesino y lo decía a boca llena. Sin embargo, queridos negritos, esa sensación no le duraba mucho. Después de todo, la Capital era la tierra de oportunidades.


Publicada en Ventana de Listín Diario.


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Podcast Negrito

10/16/2020

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Todos los días Mayra Altagracia Castillo (conocida como Doña Miminga por la gente del barrio) le prende una vela a San Antonio de Padua para que su hija, que casi está llegando a los 30 años, pueda encontrar un marido.

​Escucha el Podcast Negrito y sigue la historia de “Doña Miminga” en https://anchor.fm/negrita-come-coco
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¡Ay, Shorty!

10/14/2020

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Yikaury Mota de los Santos, conocida como La Shorty por sus ex compañeritos de la Escuela Básica Julio Mota, tiene 16 primaveras y ya se metió en marido y tiene una niña de dos años. Al parecer, queridos negritos, la vida le jugó una mala pasada a esta chica que soñaba con estudiar medicina. Con su muchacha a cuestas, La Shorty va a la Fiscalía casi todos los días después que su amado marido le entrara a trompadas como si ella fuera una tambora una noche en que se pasó de tragos.

El padre de la hija de La Shorty, ya no le quiere decir “esposo”, es un cuarentón y vive con nuestra protagonista desde que ella tenía 13 años. 

La mamá de La Shorty no dijo nada porque con ella pasó lo mismo.

La abuela de La Shorty no dijo nada porque con ella pasó lo mismo.

Los hermanos de La Shorty esperan algún día conseguirse una menorcita porque, según dicen, son más mansas y no tienen tantas malas mañas.

El papá de La Shorty hace tiempo que les abandonó. 

Mientras tanto, ella sigue sus viajes a la Fiscalía con la esperanza de que quizás, algún día, le resuelvan. 
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Lo que no sabe es que por más que vaya o por más que espere que, una vez separados, el papá de su hija le deje la lavadora, la estufa y la neverita, lo único que conseguirá es que el fiscal a cargo le diga que solo le toca la camita sándwich. Al final de todo, ningún magistrado quiere problemas con un prometedor capo de la droga.
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Publicada en Ventana de Listín Diario.
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Podcast Negrito

10/13/2020

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“El pequeño no tiene nada que perder”, se dijo a sí mismo Juan Matos Matos, conocido como Bulilo en San Juan de la Maguana, antes de prender en fuego la casa de su patrón, el ganadero Eladio Sánchez Prada. 🔥

Escucha el Podcast Negrito 
y sigue la historia de “Bulilo” en https://anchor.fm/negrita-come-coco
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