¡Guay, guay, guay!

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El barrio está de luto. ¡Guay, guay! Quitaron el colmadón de la esquina y ya no se podrá bailar. Lo quitaron para poner una compraventa, en la que cada uno de los residentes de los “Guandules City”, empeñarán poco a poco sus pertenencias: que un televisor, un CPU, un colchón, un radito de pila y cuando ya no quede nada en la casa y se les acuse de tomar la ropa interior de sus madres para venderlas a cambio de droga, empeñarán sus almas.

¡Ay, qué dolor tan grande, ay qué dolor me embarga!  ¡Me quitaron la bebida, se me llevaron el romo -dirá el borracho más experto- a quien le pediré una “chatica” fiá, a donde iré a ahogar mis penas, a olvidar lo que pude haber sido, si tan solo hubiera podido!
¡Guay, guay! Se escucharán como un coro los gritos de las menores: ¡guay, mi colmadón! Vocearan a todo pulmón, porque en el fondo de sus corazoncitos virginales sabrán que no podrán insinuar con los movimientos de sus nalguitas, aun más virginales, que no quieren cerveza que lo que quieren es chiva’.

¿Hacia adonde se dirigirán los vendedores de drogas? Alguien que se atreva y lo diga, el que sea guapo que se pare y vocee, que diga el punto exacto al que se dirigirán porque ni los vendedores lo saben solo preguntan que a quién rayos se le ocurrió la idea de quitar el colmadón de la esquina.

¡Guay, guay! Dirán los niños que no dormirán esta noche pensando que adónde comprarán la cerveza que les mande a comprar su papá. Tal vez estos angelitos deberán de ir a otros colmadones de otras calles que queden muy lejos de la esquina y entonces cuando tengan las botellas de cerveza a cuestas, el camino de vuelta a casa se les hará muy pesado.

¡Ay, qué dolor tan grande invade mi alma y todo mi ser, me quitaron mi colmadón , mi centro de entretención!

Las mujeres están de luto, busquen berrón para que huelan, busquen berrón para Altagracia que ahora no tiene idea de a quién le pedirá ‘fiao’, alguien que “juiga” y busque berrón para que le pongan en las narices  que esa pobre ama de casa no sabe cómo alimentará a sus hijos  cuando el esposo ( experto en “abimbar” a su querida esposa) deje tan solo 50 pesos para desayuno , comida y cena de la mujer que ama y sus cinco hijos de edades tan próximas que parecen quintillizos.

¿Por qué, mi Dios , por qué hiciste eso , por qué nos lo quitaste? Parecen decir los que están de luto, mientras ponen velas en la puerta de lo que antes era el colmado de la esquina.

¡Noooooo! se escucha un gran no de los tigueres de la esquina que pasarán hambre ahora que no podrán pedir un pan de agua con salami para “aliviar las penas de su estomago”. Aunque de sus ojos no salga una sola lágrima, la tristeza es evidente, puesto que no saben quién podrá defenderlos.

Texto original: ¡Guay, guay, guay!