La Montra

A Cristaleidy Gómez Rosa, conocida como La Morenita Rulay por sus vecinos del barrio Los Mina, le gusta presumir de lo que tiene, de la juca que fuma y del romo que se bebe. Que el zapato a la última moda, que el celular más nuevo pa’ romperle los ojos a las envidiosas y víboras que quieren quitarle a “su macho” solo porque él la mantiene. La Morenita vive en una lucha constante.

“No se va a poder, porque yo soy la que controlo”, asegura nuestra protagonista con una sonrisa triunfal en el rostro mientras escucha a todo volumen en la radio a un cantante que entona: “me dicen que tu eres mala, mami, que soy un bandolero, pero si así me quieres yo también te quiero”.

Y es que las envidiosas siempre le han tirado. Desde que a los 15 años se consiguió al Capitán del Ejercito que la mudó en una pieza con estufa, lavadora, nevera y una cama de dos plazas, sus “amadas vecinas” se encargaron de llenarle la cabeza al viejo para que la dejara. “Pero no lo consiguieron óasegura La Morenita Rulayó duré casi cinco años viviendo con él y solo lo dejé porque ya no aguantaba más los golpes que me daba”. “El Don creía que yo era una tambora”, recuerda nuestra protagonista mientras bebe una cerveza vestida de novia.

Después de todo, nuestra Morenita, piensa que ahora está mejor que antes. (“¡Que mueran las envidiosas, las que me viven tirando y quieren ser como yo!”)…Ahora tiene como novio a un tiguere que la tiene alante, alante. Y eso es lo que le molesta a las demás, que su papi chulo ya le pagó dos cirugías plásticas, que le compra sus extensiones de pelo de la India, que la mudó a un apartamento en el Naco y que le regala ropas caras y zapatos caros.

¿De dónde viene ese dinero? No importa, asegura nuestra heroína, lo que cuenta es la intención.
Por todo eso La Morenita Rulay manda a decir a sus “admiradoras ocultas”: ¿Dime, linda te llenaste de odio?

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La Montra